Desde los 12 años, el deporte marcó mi vida. Practicar voleibol a nivel competitivo me llevó al Club Deportivo Universidad Católica y luego al proceso de selección nacional, donde entrené con jugadores que hoy son referentes del voleibol chileno. A pesar de no tener las mejores condiciones físicas ni técnicas, la disciplina y la entrega total fueron mis pilares.

Fue en esa etapa que conocí la kinesiología, cuando una lesión en mi rodilla me llevó a tratarme con Sergio Valdivia, kinesiólogo del Centro de Alto Rendimiento y pertenenciente al equipo de Massú y González en Atenas 2004. Su acompañamiento en mi proceso no solo me ayudó a rehabilitarme, sino que encendió mi pasión por esta profesión. Gracias a mi trayectoria deportiva, entré a estudiar esta carrera con una beca deportiva en la Universidad Andrés Bello.

Durante mi etapa universitaria, me convertí en padre y también me involucré en deportes inclusivos, participando como árbitro en handball adaptado. Estas experiencias me enseñaron la importancia de la empatía y la adaptabilidad en el trabajo con diferentes poblaciones, enriqueciendo mi enfoque terapéutico y mi visión de la kinesiología como herramienta de inclusión y transformación social.

Ya titulado, mi carrera me llevó a trabajar en urgencias pediátricas y del adulto, con pacientes hospitalizados y ambulatorios, además de trabajar con deportistas en 2 torneos nacionales universitarios. Mi compromiso con la salud también me llevó a lugares poco convencionales, como la cárcel de mujeres, donde implementé programas de gimnasia terapéutica y meditación.

10 años de titulado y trabajando, también coincidentemente 10 años desde mi diagnóstico de fractura lumbar. Asimismo, llevo 10 años jugando basketball. El mismo año que me diagnosticaron de la columna, empecé a rehabilitarme por mi propia cuenta con todo lo aprendido, básicamente a desarrollar el hábito de una buena rutina de fuerza y estabilidad abdominal.